lunes, 11 de enero de 2010

Vivan las curvas

Hay cosas en la vida que he entendido con la edad, una que cuando eres adolescente por mucho que hagas nunca estas conforme con tu físico. Y dos que cuando maduras ves que no era para tanto.

En la pubertad es cuando empieza a notar la presión de tu físico. Pegas el estirón, te crecen los pechos, te salen curvas y surgen las dudas. Lo primero que haces es compararte con tus amigas y ves que estás bien, pero cuando ves que todo es normal empiezas a ampliar el cerco, revistas, televisión, chicas esqueléticas que veneran, idealizan e inculcan de forma subliminal como canon de belleza. Y como no, sueñas con un futuro brillante, un gran trabajo, una gran casa y por supuesto con un físico deslumbrante. Para ello te han dicho, repetido hasta la saciedad que si te lo trabajas puedes conseguir cualquier cosa. Así que, el que tiene más fe en conseguir ser un abogado, estudiará hasta no poder más, el que quiera ser pintor pintará hasta que se le caigan los dedos, el que quiera sumar un plus y ser físicamente delgado para ser un triunfador dedicará muchas horas al ejercicio y los más tenaces a no comer.

Cuando pasé de niña a mujer a mi no me preocupaba demasiado el físico, no tenía complejos. Pero a medida que crecían mis curvas y mis pechos, como mis horas en la piscina comunitaria del barrio, el complejo iba en aumento. Era tan niña en un cuerpo de mujer que me nunca había metido tripa para parecer más delgada, ni me prohibía comer dulces, seguía usando pantalones cortos y tops en verano. Pero poco a poco te van metiendo en la sociedad, tus amigas sobretodo. El primer pildorazo fue usar pantalones cortos, fui la primera en desarrollar y en salirme curvas en las piernas, aun no eran cartucheras pero una "amiga" me dijo con tono burlón: -¿No te da vergüenza ponerte pantalón corto y enseñar las cartucheras?- Toma ya, complejo para la aquí presente, lo veia cada vez más enorme, a la piscina iba con un pareo o con una toalla antes de meterme en el agua, no tengo casi ninguna foto en bikini y la que tengo me doy cuenta que no era para tanto. Pero me da vergüenza pensar que incluso pensé en pasar por el quirófano para quitarme ese "error" de la naturaleza. Eso me ocurrió en la tierna edad de los 11 años, a los 13 otra amiga soltó otra gran perla, por lo pronto ahí media 1,52 y tenía una talla de pantalón de 32 o 34 y seguía pensando que tenía unas cartucheras monstruosas. Pues ahí va la perla: -mete tripa que se te ve barriga-. Estaba delgadísima, no comía dulces por mis cartucheras, mi mayonesa era light y mi pan integral, evidentemente no iba hacer más sacrificios con esa edad. Pues a mis cartucheras sumé la barriga, evitando que se me viera cuando estaba sentada, absurdo, esos pliegues que tienen todos los seres humanos me empezaron a parecer enormes. Así que me ponía la toalla por medio o el bolso en su defecto.

Siempre he estado delgada, si acaso con tres o cuatro kilos de más para no parecer un esqueleto andante, he de reconocer que siempre estaba estresada, preocupada, deprimida, con miedo a la no aceptación, miedo a no triunfar. Pero luego con la edad te das cuenta que ni las cartucheras eran para tanto, que que tengo 15 kilos más y sigo sin tener una barriga que me caiga por encima del pantalón, que ahora relleno los vestidos, estoy satisfecha con mi cuerpo, no tengo preocupaciones por el qué dirán, porque ya lo digo yo, mis pechos son impresionantes, mi culo es como el de una brasileña tamaño XL, mi tripa es blandita y tiernecita para que mi chico pueda descansar en ella ¿y mis cartucheras? ahí siguen las muy perras, pero las saco a pasear a la playa que les tengo cariño. Pero lo que he descubierto en estos años es algo aun mejor, que nunca se han enamorado de mi por mi físico, sino por mi mi personalidad.

Qué cosas tiene la adolescencia, estupideces en su mayor parte y exageraciones el resto. Mi experiencia ante este punto ha sido muy light con complejos normales, pero la he querido contar con la aprensión de las personas que lo sufren, nunca he tenido problemas propios ante el tema. Pero si he estado cerca, luchando hasta no poder más con el corazón roto por verla feliz. Por ello, de vez en cuando me acuerdo y me indigno ante la publicidad engañosa, ante la exagerada utilización del photoshop, las tallas imposibles, ese maldito canon de belleza creado por un misógino y las personas que ratifican esa decisión como brillante. Sólo pido una cosa cada día, que estés sana...

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